jueves, 1 de abril de 2010

Recuerdos.


Hace tiempo que llevo queriendo hacer un cambio en mi habitación pero, como los muebles y eso no los puedo mover, he decidido hacerlo en la decoración, así que como ni jueves ni viernes tengo que ir a currar, me he puesto al lio...

Mi cuarto tiene una mezcla extraña entre mi niñez, mi adolescencia y las mierdas varias que he ido metiendo de un tiempo a esta parte por lo que, si entras, puedes hacer un repaso rápido de lo que ha sido mi vida hasta día de hoy. Todavía hay cuentos infantiles en una de las estanterías, eque se mezclan con los que me mandaban leer en el colegio y el instituto, al ladito de los de los cursos de Veterinaria, los de Enfermería de mi hermana y más libros de diversa temática que, éstos si, me he ido comprando y leído por amor al arte y no para hacer tediosos trabajos. Hay peluches, muñecos, un cuadro infantil donde se puede ver a un niño subido a una escalera limpiando unas nubes grises y justo en la pared de enfrente un tigre logradísimo a punto de cruz que hizo mi cuñado para regalárselo a mi hermana al poco de empezar y, entre medias, lucen orgullosos los diplomas de veterinaria junto con la orla y el DIPLOMADA EN ENFERMERÍA de mi hermana, que plasman sueños cumplidos. Fotos de cuando Sis y yo éramos pequeñas en las que se nos puede ver con carita inocente que contrastan con otras en las que ya hemos cumplido (y probablemente pasado, yo seguro) los veinte las dos y en la que se nos ve en una fiesta de cumpleaños levantando alegremente los vasos con mojito, mientras que en otra estamos las dos de largo esperando que dieran las doce una Nochevieja para poder salir de fiesta después...

Mientras vaciaba cajones, mochilas y bolsos, han ido saliendo cosas curiosas que me han traído muchos recuerdos. Una entrada amarillenta y arrugada de un concierto de Maná donde empezó, oficialmente, nuestro buen trato con Fel, una pulsera-entrada amarilla del Parque de Atraccines, los billetes de avión de cuando fui con mi familia a Lanzarote, botellitas de gel y champú de hoteles en los que he estado, un paquete de Lucky Strike que me trajo Fel de Argentina porque sabía que yo los coleccionaba, el envoltorio de un bollo donde anunciaban el sorteo de una scooter, agendas con números de teléfono de gente a la que hace años y años que no veo, una peonza... Cosas en su día importantes, hasta imprescindibles algunas, que han ido perdurando en las limpiezas anteriores por la historia que tenían detras pero que a día de hoy, no es que su historia se haya esfumado con el tiempo, no es que valga menos, pero hay veces que es mejor ir dando carpetazo e ir dejando espacio a nuevas aventuras, para que, cuando me vuelva a dar por hacer algo de esto, o cuando me quiera independizar, darme la opción de poder volver a tener esta sensación cuando las vaya encontrando, si no, tendré llenos los cajones del pasado y no me cabrán las del presente para sorprenderme en el futuro...

Unas cosas las he guardado con mimo para que, el día que tengamos hijos mi hermana o yo, puedan ver a que dedicaban el tiempo sus madres, cuando tenían su edad, igual que hizo mi madre con nosotras, otras han pasado de la exposición constante de la estantería a la discreción de un armario, pero de momento se quedan... Y otras que, por poco que me gusten y, por mucho que me epeñe en que no las quiero, se tienen que quedar, lo volveré a intentar la próxima vez...

Y es que, como decía mi abuelo... "Lo que no se llevan los ratones, aparece por los rincones"